Fernando del Paso.
“Un día la besé en francés. Ella se limitó a
bostezar en sueco. Yo la odié un poco en inglés y le hice un además obsceno en
italiano. Ella fue al baño y dio un portazo en ruso. Cuando salió, yo le guiñé
un ojo en chino y ella me sacó la lengua en sánscrito. Acabamos haciendo el
amor en esperanto.”- Fernando del Paso,
Palinuro de México
Fernando del Paso el escritor, el periodista, el pintor, el académico,
el dibujante, el diplomático, el caballero de corbatas de mil colores y trajes
chillantes, falleció el pasado 14 de noviembre a los 83 años de edad.
Le bastaron 3 grandes obras: José Trigo, Palinuro de México y Noticias
del Imperio, para consagrarse y demostrar que nos es lo mismo el negocio de la
edición, que la literatura. Ese negocio de la edición, que a veces rapaz, obliga
a los grandes escritores entregar una obra por año.
Sin más, les dejo un extracto de Noticias del Imperio.
“Yo soy Carlota
Amelia de México, Emperatriz de México y de América, Marquesa de las Islas
Marías, Reina de la Patagonia, Princesa de Teotihuacán. Tengo ochenta y seis
años de vida y sesenta de vivir en la soledad y el silencio. Asesinaron al
Presidente Garfield y al Presidente McKinley y no me lo dijeron. Nacieron y
murieron Rosa Luxemburgo y Emiliano Zapata y Pancho Villa y no me lo contaron.
No sabes, Maximiliano, las cosas que han sucedido desde que tu caballo Orispelo
se tropezó en el camino de Querétaro y tú y tus generales se quedaron sin agua,
pero con champaña, cuando envenenaron con cadáveres de los republicanos las
aguas del Río Blanco (…) Yo soy Carlota Amelia de Bélgica, Baronesa del Olvido
y de la Espuma, Reina de la Nada, Emperatriz del Viento. (…) Si supieran,
Maximiliano, si tan solo imaginaran, sabrían que no estoy loca, que las locas
son ellas. Ayer vino a verme un mensajero del Imperio y me trajo, en un estuche
de terciopelo rojo, tu lengua. Y en una caja de cristal, tus dos ojos azules.
Con tu lengua y con tus ojos tú y yo vamos a inventar de nuevo la historia. Lo
que no quieren ellas, lo que no quiere nadie es verte vivo de nuevo, es que
volvamos a ser jóvenes de nuevo, mientras ellas y todos están enterrados desde
hace tanto tiempo. Levántate, Maximiliano, y dime qué es lo que deseas, qué es
lo que prefieres. ¿Te gustaría no haber nacido en Schönbrunn, sino en México?
¿Te gustaría no haber venido al mundo a unos cuantos pasos de distancia de la
recámara donde agonizaba el Duque Reichstadt, y del cuarto donde Napoleón
Primero le hizo el amor a la Condesa Walewska? ¿Hubieras preferido, dime, nacer
en los jardines de nuestra Quinta Borda, que te dieran su sombra los
flamboyanes, que te alimentaran en la boca los colibríes, que te arrullara la
brisa dulce de las tierras templadas? ¿Te gustaría, Maximiliano que no te
hubieran fusilado en México, haber sido el gobernante justo y liberal de un
país grande y próspero donde la paz reinara para siempre, envejecer como un
patriarca de barba blanca y morir adorado por tus indios, por todos esos indios
mexicanos a los que también inventamos nosotros, y a los que nosotros mismos volvimos
tan ingratos, pero tan ingratos, Max, que no hubo uno solo, uno solo,
escúchame, Maximiliano, que cuando ya estabas caído, prisionero, dejado de la
mano o de Dios, condenado por Juárez, uno que te visitara en tu celda para
llevarte una gallina, uno solo que se colgara al cuello un manojo de cactos y
de rodillas fuera al templo de la Virgen de Guadalupe para pedirle que salvara
tu vida y la vida del Imperio? Ándale, Maximiliano, levántate, que vamos a inventar
de nuevo nuestra vida.”
Descanse en paz.
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