El Presidente tiene la razón.


“… y dadas las circunstancias ocasionadas por la crisis mundial del modelo neoliberal, que sin duda nos afecta, propongo la aplicación urgente y categórica de las siguientes medidas…”. Andrés Manuel López Obrador.

Ya lo sé, quién diría que yo le iba a dar la razón al Presidente de la República. Eso no es normal.

¿Qué es normal en estos días?

Hace exactamente un mes, y en referencia a la pandemia del COVID-19, yo escribía en este blog que seguramente las cosas se pondrían peor, antes de mejorar. No es que yo sea un erudito o un experto en Salud Pública, solamente tengo algo de sentido común. Hay cosas que no se arreglan en un día.

Me asombra mucho leer y/o escuchar en diversos medios, escritos y digitales, incluyendo las redes sociales, como la gran mayoría de las personas delegan o delegamos (tal vez no soy objetivo en este punto), nuestra esperanza y nuestra responsabilidad para salir de esta crisis en las manos de un tercero, ya sea un jefe de estado, un político, un empresario, una figura pública, un deportista, un periodista, etc.

Todos tenemos un rol en esta crisis, y este debería de ser irrenunciable.

Por principio de cuentas, es claro que no podemos dejar de ser lo que hemos sido toda nuestra vida, pero podemos empezar con pequeños cambios, tal vez siendo empáticos, tratando de entender nuestras limitaciones y las de las personas que nos rodean, siendo amables, siendo solidarios y ayudando cuando nos sea posible. No todo pasa por lo económico, si puedes ayudar a alguien, hazlo. No hay nada que llene más que tu alma que dar.

También es nuestra responsabilidad informarnos.

Esta crisis tiene dos vertientes fundamentales: la salud pública y la economía, y estos dos componentes son horizontales, es decir, tocan todos los aspectos primarios y que se relacionan con las necesidades básicas de cualquier ser humano.

¿De verdad es muy difícil de entender?
¿La única opción para un pobre es morirse de hambre o de COVID-19?

Como país tuvimos una ventaja de por lo menos de 10 semanas para prepararnos, 10 semanas por las que hoy daríamos lo que fuera.

Nunca es tarde para recordar algo fundamental; el gobierno mexicano, como cualquier gobierno del mundo y de cualquier nivel, no genera un solo centavo por sí sólo, todo el dinero que administra es de nosotros, nosotros lo generamos, nosotros se lo cedemos.

Sí, nosotros pagamos esos soliloquios interminables, infumables e inservibles de dos horas diarias.

Ya encarrilado, también nosotros pagamos para que nos dividan, para que nos enfrenten, para que nos regañen, para que nos persigan y para que nos mientan.

¿Con que cara un funcionario público puede amenazarte en la calle con cobrarte una multa de $5,000 porque no traes un cubre-bocas, cuándo él tendría que habértelo proporcionado?

Aquí es donde reconozco que el Presidente tiene razón.

Ya sobrevivimos a dos terremotos, a la pandemia de influenza H1N1, pero también hemos sobrevivido a Presidentes dominados por sus traumas, limitaciones, prejuicios y pasiones. Desde los delirios de persecución de Gustavo Díaz Ordaz, pasando por la megalomanía de Luis Echeverría, el narcicismo de José López Portillo, la mediocridad de Miguel de la Madrid, el delirio de Vicente Fox y la corrupción de Enrique Peña Nieto.    

Tiene razón señor Presidente, vamos a salir de esta y no gracias a usted, sino a pesar de usted.

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