2 de octubre.

“Un joven es siempre una incógnita. Matarlo es matar la posibilidad del misterio, todo lo que hubiera podido ser, su extraordinaria riqueza, su complejidad”. •José Soriano Muñoz, maestro de la Escuela Wilfrido Massieu

Escuchando pláticas aleatorias en algunos cafés, en los medios de transporte, viendo algunos especiales de televisión y leyendo algunas columnas políticas y desde luego las inevitables redes sociales, me planteo una pregunta.

¿De verdad los jóvenes de hoy comprenden o siquiera conocen los sucesos políticos, sociales y culturales de 1968?

Muchas generaciones han surgido a lo largo de 50 años y han retomado la consigna del 2 de octubre, pero en mi opinión, ésta ha adquirido un significado distinto al que tuvo para la juventud de 1968.

No quiero ser malinterpretado, no pretendo justificar a nadie, una matanza es una matanza, pero inclusive eso puede tener matices.

Podría yo tratar de explicar a través de esta entrada lo que pienso sobre esto, pero encontré un ensayo maravilloso de Gilberto Guevara Niebla y que se titula: “1968. Largo camino a la democracia”.

Para quien no lo sepa Gilberto es exdirigente del movimiento estudiantil del 68, preso político entre 1968 y 1971 en Lecumberri y ahora forma parte del equipo de transición de AMLO en el sector educativo para atender asuntos de equidad educativa.

Transcribo parte de su ensayo.

“En la evocación del 68 se mezclan, no siempre discernibles, la política y el mito. La sola mención de Tlatelolco evoca imágenes múltiples entre sus participantes y testigos: despierta un gusto de nostalgia, una emoción heroica y compartida. Es un estereotipo que condensa impresiones a veces imborrables. La herencia mitológica del 68 es tan intensa que durante años ha inhibido el análisis de los hechos. La memoria está cargada de mitología. Se evocan sus atributos formidables, se omiten los detalles; resaltan sus virtudes, jamás los defectos. Adquiere una dimensión metafísica donde se afirma que triunfó el movimiento, pese a que fue liquidado por una de las agresiones más brutales que se registran en la historia contemporáneo de México”


Mañana les prometo compartir una anécdota muy poco conocida, relacionada con este evento, pero que ocurrió el 3 de octubre de 1968 en el Estado de Puebla. Todos los involucrados han muerto y ahora lo puedo hacer.

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