El día después

“Una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos”. Octavio Paz


Finalmente es 2 de julio de 2018 y aquí estamos.

¡Vaya día el de ayer!

Antes que cualquier cosa necesito hacer dos confesiones: la primera es que realmente amo a mi país y estoy orgulloso de ser mexicano, la segunda es que, aunque Andrés Manuel López Obrador no fue mi candidato de elección para Presidente de la República1, me siento muy satisfecho de lo que sucedió ayer. Me permitiré escribir en otro momento acerca de la importancia de todo lo que pasó ayer y de cómo recuperamos algo que en política es fundamental, la forma y el fondo. Ayer todos los mexicanos aportamos algo.

En algún escrito anterior hacía referencia a mi “trayectoria” como ciudadano a través de los últimos 35 años y puedo decir, sin temor a equivocarme, que nunca había visto algo como lo que paso ayer en nuestro país. Muchos análisis habrán de hacerse en los días por venir, pero lo de ayer fue sencillamente espectacular, y cuando los acontecimientos conllevan la posibilidad de cambios profundos se producen dos sentimientos encontrados: esperanza y temor.

Al momento de escribir estas líneas nuestra realidad es la misma, no ha cambiado nada, pero anímicamente estamos en otro lado. Comentaba hoy con algunos compañeros, que camino a la oficina (soy uno más del “Godinato”), me encontré a un caballero de, tal vez, unos 65 años de edad que llevaba en la mano un ejemplar de la Jornada como bandera, y en cuya primera plana aparecía la palabra: “Arrasa”. Su emoción era real y su orgullo también, mostraba el periódico a quién lo quisiera ver.

En mi opinión, eso es lo más importante de debe de darnos una Democracia funcional, la oportunidad de cambiar de rumbo cuando queramos. Se lo que digo y me responsabilizo por ello, pero de otra manera una Democracia cómo la que nos merecemos, no tendría sentido alguno.

En cuanto a AMLO sólo diría que, una cosa es recibir un capital político como ningún otro Presidente Electo lo ha recibido en la historia de México y otra, recibir un cheque en blanco. Realmente deseo que AMLO deje de ser el eterno candidato y que se convierta en un hombre de Estado, que cumpla y que gobierne para todos los mexicanos sin excepción, y sin distingos.


1 Mi disenso es muy simple, yo no creo en un Estado intervencionista que pretenda participar de manera activa y directa en la economía del país. Eso ya lo vivimos en los años setentas y ochentas y la experiencia fue desastrosa. Esto es algo que el ciudadano mexicano promedio y de entre 35 – 40 años no puede recordar porque no lo sufrió.


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