Deja que te cuente un cuento ...


“El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ha ocurrido”. Winston Churchill

Supongamos lo siguiente:

Que, desde hace aproximadamente dos meses, la Presidencia de la República ya vislumbraba con base en sus encuestas internas, la victoria de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones del 1º. de julio de 2018.

Que a partir de entonces el Presidente Enrique Peña Nieto y su equipo comenzaron a “mover sus fichas”.

Que una de las primeras decisiones tomadas fue la de habilitar un canal de comunicación entre el Presidente y AMLO. Dicho canal de comunicación se estableció a través de dos mensajeros de todas sus confianzas: Luis Videgaray y Alfonso Romo.

Que, desde entonces también, el Presidente tomó la decisión de evitar a toda costa que Ricardo Anaya pudiera crecer en la percepción ciudadana y con ello tener alguna posibilidad de ganar las elecciones a través del “voto útil”. Un eufemismo que a mí en lo personal se me hace fuera de todo propósito, cómo si votar de otra manera fuera “inútil”.

Que en algunos estados y con el conocimiento de muy pocas personas, se le pidió al PRI apoyar con sus operadores la estructura de Morena y conseguir, sobre todo en aquellos donde el Frente por México estaba mejor posicionado, que creciera la ventaja de AMLO.

Que nadie en la Presidencia de la República pudo prever de que manera la gente se volcaría a votar por AMLO y sus pupilos y cómo el PRI pasaría de ser la primera fuerza política en la Cámara de Diputados a la cuarta o quinta dependiendo de los conteos finales y las denuncias presentadas.  

Vivir para contar…


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